miércoles, mayo 27, 2009

Reescritura de un ensayo

Reescritura de un ensayo
Siempre que uno se acerca a una clase de texto novedosa, se enfrenta al desafío de aprender un estilo, una manera de composición, una estructura, una manera especial de utilizar el lenguaje. La mejor forma de aprender tipos textuales como el ensayo, que tienen una gran complejidad, es leer algunos "textos modelos" de circulación real. En la materia, este año, les acercamos a los chicos algunos ensayos de Santiago Kovadloff seleccionados del libro La nueva ignorancia (Bs.As. EMECÉ: 2001) El trabajo de lectura significó realizar una serie de actividades tendientes a la construcción de un sentido, pero también, una reflexión acerca de las características de la escritura ensayística. Aprendimos así algunos giros del lenguaje propios del género, como la ironía, el sarcasmo, la metáfora y la hipérbole. Pero además de la reflexión y el reconocimiento, dimos un paso más: reescribir los textos fuentes, para apropiarnos de esa manera especial de la comunicación llamada ensayo. Tomando las ideas de Kovadloff, cada chico de quinto año, trabajó para escribir un nuevo texto, pensando en un destinatario específico: adolescentes. Desde allí se replanteó la escritura, se produjeron nuevas textualidades que ahora compartimos.


Sergio y Roxana

¿Por qué un lunes?

Al fin viernes, después de una semana de estudios, notas bajas, altas deportes, trabajos, esfuerzos y levantarse temprano, llega “el fin de semana”, “nuestro fin de semana”, “El Sr. FIN DE SEMANA”. Comenzamos el viernes por la noche con amigos, amigas, primos, vecinos, los chicos del club y hasta el amigo de un amigo…, seguimos con una secuencia de inactividades durante el sábado. Algunos se quedan a realizar tareas, trabajos de hijos, pasarlo bien y otros -como es mi caso- nos quedamos a descansar para la última noche y madrugada del domingo, donde se puede ver con gran apreciación la cantidad de personas que salen y se divierten.
Pero, después de tantas alabanzas, llega ese día… el comienzo del fin… el inesquivable lunes…pero ¿Por qué?¡?¡?¡? Simplemente porque nada es para siempre, porque no existe otro día entre el domingo y el lunes, porque, como dice La Biblia, “él apareció y le pisó la cabeza”…
Y por qué no seguir el ejemplo de la propaganda de la cerveza de Quilmes y poner un día más en la semana, el famoso día Osvaldo: 3 días de descanso y 5 de esfuerzos.-negocio redondo-. Sin embargo, no deja de ser una idea ridícula, ya que esta sociedad está acostumbrada a unas 48 horas de relax, esos 2880 minutos de estar rascándoselas, pequeños 172.800 segundos de tiempo, porque para algunos es una miseria.
Pero ya es irremediable: el lunes, ese bendito día que nos dice “prepárate para la semana que se te viene”. Cuando te toca la puerta, ya sea que estemos en Inglaterra, EE UU. O comiendo arroz en China, nos dan ganas de tirar todo por la ventana pero lamentablemente está el sol mañanero que nos dice –“no me importa lo que hagas, ya es lunes”-.
A pesar de todo eso no sé qué sería la semana sin ese día, por algo está. Como dice Gorosito:”no importan los resultados, hay que seguir trabajando y dándole duro”.
Carlos Farfan Vacherand 5º 1º

¿Dónde encaja?

Cuando prendemos la tele, nos vemos bombardeados por innumerables propagandas de numerosos productos, que nos los intentan vender: Perfumes, autos sopas, caldos, yogures, cremas, tinturas, lápices labiales, máscaras de pestañas, shampoo, viajes, celulares, reproductores de música, etc.
Cuando damos vuelta la página de una revista o diario: más productos. Cuando cruzamos la calle, en un cartel, hay más.
En una sociedad consumista como es la nuestra, es muy fácil quedar influenciados por las cosas que nos intentan vender y en la manera en que lo hacen. Tal vez no es tan fuerte como para salir corriendo a comprar estos productos, pero nos queda algo de lo que vemos.
Una mujer delgada linda y muy joven se rocía un perfume. Varios jóvenes adolescentes bailan la música de su celular. Un hombre misterioso, de menos de 40 años, se sube a un auto super veloz. Una mujer joven y feliz cocina en su casa y sirve fideos a su joven familia. Un grupo de hombres, de menos de treinta, disfrutan de su cerveza preferida en un boliche. Una mujer muy linda, de cuatro décadas, delgada, sin ninguna arruga en su rostro promociona la crema que ella usa y que combate los 7 signos de envejecimiento; se la ve contenta, exitosa e importante.
De todo esto… ¿Qué nos queda?... ¿Qué es la vejez? ¿Dónde encaja?

Hace bastante tiempo los escandinavos, se quitaban la vida voluntariamente cuando su condición física no daba más para dar batalla. En esa época, en resumen, la vejez era temida, ya que no tenía lugar, la vejez era sinónimo de inutilidad y muerte.
Como dije, eso fue hace bastante tiempo, sin embrago en la actualidad, el concepto de vejez no ha cambiado demasiado. Es verdad que ya no existe el concepto de “no puedo usar la espada, y por eso me mato”, pero un sentimiento parecido aún persiste.
Es lamentable que a una persona, a pesar de haber trabajado toda su vida, no le alcance para pagar sus remedios, que no pueda salir cómoda a la calle, que no la respeten, que la sociedad la margine, que su familia la margine, cuando años atrás era la principal protagonista de la sociedad. Eso es lo que sucede con los denominados “viejos”, ya que ahora, en su vejez, se limitan involuntariamente al simple y triste hecho de sólo sobrevivir.
Cuando la juventud, la pasión, y el alto rendimiento físico se pierden, nos quedamos con la idea de que la vejez no es más que el resto, lo que sobra, los días después de los buenos tiempos. Pero no es así.
La vejez es una nueva etapa y, como cualquier otra, viene acompañada de toda una nueva identidad. Un nuevo cuerpo, nuevas responsabilidades, nuevos sentimientos, nuevos desafíos. Eso mismo pasa con la niñez, la adolescencia, la juventud y la adultez.
¿Pero que escuchamos hoy? “yo soy joven, disfruto y hago lo que quiero”. Esto no es algo raro para nuestros oídos. De aquel sentimiento común de la juventud, se encuentra la verdadera pesadez de la vejez.
“Quiero ser un pendejo, aunque me vuelva viejo” cantan los Auténticos Decadentes. Y cada “pendejo” (joven) argentino, desde el norte hasta el sur, canta a coro.
No tengo ningún problema con ponerme viejo, siempre y cuando sea un pendejo, sienta la adrenalina todos los días de mi vida, es en resumen, lo que recita la canción.
No es el hecho de ser viejo, si no de no ser joven, de haberlo sido y de no volver a serlo.
En esta sociedad en donde la ambición del hombre le ha otorgado tener el control de casi todo, él mismo, se ve desafiado, y al mismo tiempo atemorizado por el punto en el que su satisfacción se frenará y su poder se vea limitado.
Repulsión, marginación es lo que recibe la vejez, y los que han entrado en esta etapa, ya que ellos, son el espejo maldito de esta sociedad que quiere ser joven para siempre.
Así que, ¿donde encajan nuestros ancianos en esta sociedad con miedo a la vejez? Es como si no tuviera lugar.
Marginados, encerrados en sus casas, o en los geriátricos a donde sus hijos los llevan, a donde la sociedad los lleva. Incomprendidos, terminan sus días como si la vejez fuera sinónimo de muerte, sin disfrutar de lo que esta etapa le ofrece. Años de vida, experiencias incontables. No hay nada de malo con compartir y aconsejar a los descendientes de las maravillas de la vida. No hay un por qué para dar razón a la marginación, todos juntos ayudándonos podemos vivir. Pero, sin embargo, nadie los escucha, y es más, hasta se los esconde.
Emilse Mendez 5º 1º IEM

Los prejuicios sobre la vejez

En otras épocas, en pueblos remotos, las personas que no se consideraban útiles para la sociedad. (niños deformes, ancianos, etc.), eran asesinados o ellos mismos se suicidaban, con el tiempo, estas ideas populares, por fortuna, fueron modificadas por otras menos terribles. En primer lugar, ser viejo no es sinónimo de estar enfermo o necesariamente triste, pero con frecuencia se considera normal un descenso del estado de ánimo, porque esta etapa representa , para la persona que ha alcanzado la vejez, que ya no le es útil a la comunidad , que se lo debe apartar de la sociedad ya que allí toman importancia los jóvenes y los adultos por pertenecer a la vida productiva ;por eso una persona que está empezando el proceso de envejecimiento debe estar preparada para aceptar el hecho de que uno es responsable de la propia vida; que se le debe sacar el mayor provecho posible a esos años ; y que el envejecimiento es un proceso dinámico , gradual , natural e inevitable, caracterizado por la multiplicidad de pérdidas y la lucha constante por llevar una vida normal a pesar de las actitudes negativas.
La realidad es que no estar preparado para enfrentar la vejez, hace que el sujeto pierda interés por los objetivos y las actividades que le posibilitan interacción social, llevándolo a aislarse.
Si bien en nuestra sociedad circulan ideas erróneas acerca del envejecer y de la vejez, funcionando como mitos y prejuicios, para la inserción del adulto; En algunos lugares se considera que los ancianos son las personas que tienen más sabiduría y no pierden su productividad, tal es el caso de don Humberto, un señor de 90 años que sigue viviendo su vida tal y como lo hacía cuando tenía 50: maneja, sigue al frente de su propio negocio, viaja y lleva personalmente sus cuentas de gastos. Este ejemplo nos hace dar cuenta de lo poco que valoramos a esas personas y que además no las tenemos en cuenta cuando necesitan cubrir sus necesidades básicas, o cuando necesitan afecto , etc. Es decir, no los apoyamos de la manera debida.
¿Qué nos pasa como grupo humano que no podemos ver que nuestros mayores representan la sabiduría y los valores necesarios para que la sociedad se desarrolle?
Es decir, en muchas partes del mundo la capacidad de razonamiento de los seres humanos se ha basado en algo meramente superficial y consumista en todos los aspectos, y el estar a la altura de ellos es cada vez más difícil y no se centra en un desarrollo para la sociedad, sino en un prejuicio para aquellas personas que no cumplen con los requisitos establecidos, esto nos lleva a entender lo importante que sería valorar a los ancianos por su sabiduría y por todo lo que contribuyen, por medio de la comprensión y la ayuda que ellos requieren sin mostrarles indiferencia alguna. Pero para empezar a cambiar la situación que afecta a millones de personas es necesario cambiar nuestro punto de vista, entendiendo que esta etapa es un proceso de continuo crecimiento intelectual, emocional y psicológico, en el que se hace un resumen de lo vivido hasta el momento y que, como toda etapa en la vida, requiere de apoyo.

Carolina Zelaya 5° 1°

Si alguna vez seremos viejos..

Si todos alguna vez seremos viejos, por qué menospreciamos a las personas ancianas, o tratamos de deshacernos de ellas, mandándolas a un a un asilo… Por eso, como dice el dicho “no hagas lo que no te gusta que te hagan”. Nosotros alguna vez llegaremos a ser viejos y entonces no vamos a querer que nos menosprecien o manden a un asilo, sino que querremos nuestro lugar propio y personalizado.
Muchas veces en la vejez ajena, se odia la asechanza de la propia y nos imaginamos cruzando la calle con alguien al lado que nos esté ayudando o quizás en una silla de ruedas, o que estemos enfermos y con muchos dolores.
Como se dice, hay diferentes etapas de la vida, como en la adolescencia donde se jode y se disfruta a full; la madurez donde se trata de organizar la vida y la vejez donde se prepara para el “gran viaje”, viviendo cada día como si fuera el último, pero algunas veces no es posible para algunos viejitos porque están muy enfermos y no pueden hacer casi nada. Es por eso que ellos tienen que tener su lugar y muchas veces le hace mal estar con jóvenes y adultos, porque están en una etapa diferente y se los trata como si fueran histéricos o idiotas, pero no es así sino que están viviendo un momento de su vida de nuevas experiencias.
Alejandra Aguilar 5to 1ra

Lenguaje solo apto para jóvenes

Los jóvenes siempre han tenido su manera de hablar, diferente a la de los adultos y por eso siempre fueron criticados. Los adultos dicen que arruinan el lenguaje y que eso no va a cambiar nunca.
Incluso esta situación sucede hace miles de años atrás. Grandes filósofos, como por ejemplo: Platón y Séneca notaban que el lenguaje de los adolescentes era muy diferente a su tradicional latín. Miles de años mas tarde, “este lenguaje” siguió siendo notable, Richelieu quiso “evitarlo” construyendo una academia de Idiomas, para que los jóvenes se adapten a su tradicional francés.
Las personas mayores no toleran esta lengua; pero por suerte hubo y hay gente que no se olvidó que también fue joven y que aceptó esta forma de expresión. Pero hoy, sin embargo, hay personas que no aceptan esta forma de hablar.
Los adolescentes tienen diferentes maneras de hablar y de expresarse: quieren decir algo y hacer algo pero hacen todo lo contrario, porque piensan que hacer algo bueno es algo malo.
Muchos se preguntan quiénes les enseñaron hablar de esta manera: la nueva moda, su forma de vestir o sus mismas cosas íntimas, qué es lo que quieren decirnos con todo esto.
Muchas personas, le echan la culpa a los gobernadores, los adolescentes desde niños aprendieron a que, cuando los gobernadores hablan no hay que darles importancia a lo que dicen porque todo es mentira, los chicos con no más de veinte años saben que este país es una miseria, que ser civiles es un delito o que los va a llevar a la cárcel o la muerte, estos jóvenes son los que callan por que hablar para ellos es una pérdida de tiempo porque nadie los escucha. Hablar o comunicarnos con los chicos de esta época es muy difícil porque parece que no hay que decir francamente lo que somos y sentimos.
Ya llegará el momento en que esto cambie, quién sabe cuándo pero esperemos que algún día todo esté normal como tiene que ser, sin criticar a nadie y sin juzgar a nadie.
5to 1ra Anabel Ramos

LA VEJEZ, ¿UN ESTORBO?

Una familia tipo ¿ se hace cargo de un anciano ("de un abuelito")? ¿qué hace con él? si lo cuidan ¿cómo lo hacen?.
Ya en el siglo XXI, no se les da la misma importancia que en tiempos pasados, cuando los "viejos" eran considerados os sabios, se les preguntaba o se les pedía opinión sobre todo, desde cosas insignificantes tales como comprar un chicle o hasta cuándo terminar una guerra. Ése es el caso de los antiguos griegos, por ejemplo.
Pero ¡¡ojo!! no en todos lados es igual. En el caso de los orientales, como en Japón, los viejos siguen siendo los más sabios para la comunidad. Ellos todavía son los grandes maestros de las artes marciales y de la sabiduría. También cuando llegan a una cierta edad como a los ochenta, más o menos les compran terrenos en América u otros lados y los mandan allí ¡Sí, ya sé! a esto se lo puede tomar como una comodidad para ellos y también se puede agregar que al ser su país diminuto esto es una solución poblacional o también que este acto es como deshacerse de "un estorbo"; ustedes verán cómo lo toman.
Acá en Argentina, como en muchos lugares del mundo, ellos (los abuelitos) ya llegan a ser lamentablemente un "estorbo" y lo primero que se hace es mandarlos a un asilo y vaya uno a saber cómo se los trata ahí… Lo que sí sabemos es que no es de la mejor manera. Y esto ¿no nos preocupa? porque si nos ponemos a pensar gracias a los ancianos es que estamos aquí. Es cierto que hoy sabemos más cosas y que se fue transformando y haciendo más compleja la sociedad, pero sobre todo nos tiene que preocupar este asunto porque es probable que todos lleguemos a ser unos "viejitos"

CRISTIAN RAMON, 5to 1ra

La Vejez “Mal Verdadero”

Hay quienes sostienen que envejecer es una enfermedad, que tiene un “remedio” y que ellos lo encontrarán; no quiero dudar de esas personas porque quizás lo logren, pero de qué sirve toda la vida si no hay un momento donde puedes apreciar lo que hiciste con ella, los momentos de vergüenza, los de odio, los felices… De qué sirve llegar a viejo y decir “quiero terminar con esto” o “quiero volver a lo que era”.
En los últimos años, la vejez ha sido un problema que, si bien no todos querían enfrentar, todos trataron de hacerlo; usando cremas, masajes, operaciones, y si se quiere decir hasta dieron la vida por no padecer. Algunas personas sostienen que la vejez es el otoño de la vida y que al saber que entrás en ella se siente como si una oscuridad total te rodeara y no pudieras escapar para ningún lado, pero ¿por qué?; ¿Por qué no hay dónde escapar, si se puede enfrentar y vivirla como si fuera otra estación de la vida?
Pero, ¿qué comprende la vejez en sí?, sus rasgos son muy notorios (es por eso que se trata de borrarlos), las manchas de edad, la pérdida de cabello, de la vista, de coordinación, y -lo que ellos creen que afecta más- de los seres queridos. Sin embargo, nadie se da cuenta de lo más importante: qué se gana, en esta etapa además de las arrugas. Se gana sabiduría, se gana simpleza, carácter, se ganan recuerdos, recuerdos inolvidables de la vida, como aquel momento de su primer beso, de su primer auto, de su primera buena nota en el colegio, tantas cosas bellas para recordar y nos agobiamos pensando en que se avecina la muerte.
La Muerte, es el tema más tocado en el mundo, otra supuesta “enfermedad” para los científicos, y otro mal verdadero. Molesta saber que después de toda una vida de esfuerzo está la muerte, aun más saber que nadie volvió de ella y, por lo tanto, no se sabe qué nos espera. A mi parecer, la muerte es el fin, está rondando en todos los rincones posibles, debajo de la cama, en su próxima salida, esperándonos. Cuando éramos chicos nos asustaban con el fantasma de debajo de la cama, y la única forma de terminar con esto era ignorarlo; así y solo así se puede llegar a apreciar todo lo que hicimos y estamos por hacer.
Mal verdadero, bien enunciado, porque por tratar de evitarlo se puede perder todo, es importante enunciar estas palabras:
• “Por querer hacer lo que hacían, hacen más de lo que deberían” •
La vejez, es un mal para la gente que no lo disfruta, hay que aprovechar cada momento vivido y por vivir.

Álvaro Morales 5º 1º

DOMINGO A LA TARDE, PREOCUPACIÓN PUNZANTE

Se supone que debo escribir una introducción para este breve ensayo, por lo que voy a intentar tal cosa. Como un sabio proverbio,que aprendí a los ponchazos, lo dice : "Uno es esclavo de lo que habla y rey de lo que calla"; así que les pido disculpas de antemano si es que no escribo mucho.
A quién no le ha sucedido que por las vueltas de la vida , tiene un trabajo cansador, un jefe negrero o una gran mochila de responsabilidades a la que llamamos "colegio" y que, para desagrado de muchos, se renueva todos los lunes y termina los viernes, con la constante amenaza de volver a renovarse dentro de un breve lapso denominado "santo fin de semana" (es extraño, como damos categoría de "santo" a aquello que nos agrada y "maldito" a aquello que odiamos, somos verdaderos gallos de lata). Y ahí viene el tema de mi plagiada tesis: Debido a la gran exprimida que experimentamos durante esos cinco "malditos" días de trabajo, el paradisíaco fin de semana se nos presenta como una oportunidad para pegarnos una escapada o un desenchufarnos de la labor de todos los días.
Volviendo al tema central, seguramente, alguna vez usted debió vivir la horrible experiencia de pasar un fin de semana "bomba" y el domingo por la tarde, cuando el "solcito" (que durante la semana fue "ese sol de mierda") se empieza a despedir, cae sobre todos nosotros, como baldazo de agua, la maldición de la sombra del lunes (aún cuando ese lunes no debamos hacer nada) y sus cuatro compinches y se nos esfuma la felicidad, explota la "bomba" y nos hace bolsa, o en otras palabras (y más directo) caemos en la cuenta de que somos simples mortales en una lucha perdida contra el tiempo, en la que peleamos fanáticamente, sin remordimientos, actuando como tristes personajes en una trágica novela de la vida real. Porque no hay nada más que se pueda comparar con la angustia de la humanidad al saber que un día ya no estaremos en este mundo físico. Aún cuando se tenga fe en la espiritualidad, y en la "vida" después de la muerte, a todos, alguna vez nos atacó ese fantasma tan temido llamado "Duda Existencial".
Pero en fin, no nos asustemos, la sentencia de sufrir el domingo en la tarde los achaques de toda una semana, es más vieja que Matusalén. Cuando fui niña (sí, yo también pasé por esa etapa) no sufrí tanto los efectos de los domingos a la tarde. ¿Mi secreto?, no se preocupe señor lector, no es ninguna fórmula mágica, al contrario, es muy simple: todos los viernes a la tarde y los sábados a la mañana realizaba mis tareas escolares (y también durante la semana en algún intervalo libre). De esta manera, mis horas restantes libres me las pasaba haciendo lo que se me diera la regalada gana. Aún ahora, sigo utilizando la misma "técnica" (si es que llega a tener tal rango) con la secundaria, puesto que me facilita las cosas y paso tranquila los fines de semana, sin sufrir los efectos de la mísera sombra del lunes.
Se me pide más argumentos, pero creo que los que doy son suficientes para que usted, querido lector, comience a usar su croqueta y reflexione sobre su situación actual y busque una solución a su problema, ya que no podemos vivir de queja en queja, porque la vida es una y no se repite.
A forma de conclusión (debo respetar un modelo de ensayo, lamentable) puedo decir que las personas debemos aprender a fijarnos más en las cosas buenas de la vida y encontrar respuesta a los problemas con soluciones simples. De hecho que no podremos encontrar un antídoto contra esta "aplanadora sombra", pero tal vez, solo tal vez, se pueda descubrir un "calmante" a este dolor de cabeza que ataca a todos por igual, y quién sabe, algún día podamos convertirla en la "batiluz de lunes"

Ana Carolina Trigo, 5to 1ra

“El día más temido”

Aunque no lo creamos, se sigue notando en muchos de nosotros los adolescentes y adultos, la alegría que se siente al ver que va llegando el viernes a la noche. Esa alegría sin exageración, es correcta, moderada en su expresión pero profunda e inconfundible apenas se finaliza esa rutina de ir al colegio en los adolescentes, o cuando los adultos finalizan sus trabajos; y comienza verdaderamente el descanso, y así se percibe el suspiro del placer al llegar al agradable día del viernes. Tal vez no sea raro pensar en las ganas y la alegría de finalizar la semana del estudio, se siente un gran deseo encontrarse con nuestros amigos, con la familia, con esa paz que nos da orgullo para seguir viviendo. Hay gente que se conforma con pasar un tiempo, como un fin de semana, para descansar. Descansar quiere decir olvidar cosas, como las molestias que nos dejó la semana, la cual no pasa nunca, y eso a veces nos desespera.
Claro que también la felicidad del viernes a la noche se une con el descanso y la tranquilidad, con el ambiente festivo que tiene la noche del año nuevo, el cumpleaños de cada uno de nosotros, las horas antes a una fiesta, las cantidades de aniversarios y muchas otras celebraciones que, en forma individual, en pareja, o en grupo, nos marcan y afirman la identidad.
Entonces, aunque no lo veamos, tanto para nosotros los adolescentes, como para los adultos, el viernes a la noche es un momento indiscutible de ánimo muy importante para nosotros.
Con el viernes que se va, llega en suma la posibilidad de negar, por cuarenta y ocho horas, y aunque sea a medias, nuestro difícil estado de ser expulsados del paraíso, olvidado que el domingo a la tardecita se irá la ilusión de haberlo conseguido. Porque el domingo a la tarde, se lo quiera o no, se desmorona sobre nosotros la implacable sombra del lunes.
Todos nos preguntamos, ¿por qué no tenemos todos los días ese viernes a la noche?
Y a medida que se expande la sombra del lunes, se derriba en nosotros, como una torre de sueños, el mencionado entusiasmo del viernes por la noche, y el último descanso del fin de semana se evapora lentamente con el domingo, que es considerado un día festivo o feriado para la mayoría de los países del mundo y es parte del fin de semana.
El lunes para mí es un día más del calendario, pero muchas veces considero que no, ya que es un día pesado en todo sentido (tareas, colegio, etcétera). Para otros significa simplemente empezar de nuevo la rutina; para otros es el día de regresar a la “vida sana”, empezar una dieta y para muchos otros y como para mí, es sinónimo de mal humor, una realidad que hará que todas las actividades que emprendan ese día sean malas o salgan mal.
En mi adolescencia, sucede que al llegar el lunes siempre me pongo triste o malhumorada, al saber que tengo que regresar a la rutina del colegio, hacer tareas y demás.
Los que la perspectiva del lunes acarrea, en el caso que aquí importa, es la evidencia de que no hemos podido escapar a la punzante experiencia del transcurso del tiempo; que si creímos escabullirnos de él fue para terminar encalladas, al final de lo sucedido, ante su imbatible astucia, que el respiro de esa ilusión ha terminado, que las horas dejan de estar a nuestra merced para volver a ponernos a disposición de ellas. Y esto pasa si aún el lunes no nos causa ningún tipo de problema.
Concluyendo a todo esto, digo que entre todos debemos buscar una solución para eliminar esta sombra que nos trae el lunes.



Aída Mesías 5° 1

LOS ANCIANOS EL PASADO, EL PRESENTE Y ¿EL FUTURO

El hombre es un ser social. Nace, crece, se reproduce y muere dentro de una cultura determinada. En estos momentos se valora la juventud, el éxito, la belleza física, dejando a lado los valores fundamentales como la solidaridad, la comprensión la familia. Es necesario repensar y reflexionar acerca de esta modalidad de vida que no incluye a las personas mayores, por estar ellas fuera de los modelos existentes. Se subestima, por lo tanto, la etapa de la vejez, siendo ésta una etapa más. Los proyectos, los sueños que tenemos los jóvenes también están sostenidos por nuestros ancianos.
Considerar narcisistamente que siempre vamos a ser jóvenes, que la finitud no va a llegar a nosotros es negar una realidad concreta. Las diferencias nos enriquecen, o sea, que tener en cuenta la experiencia de cada etapa de la vida nos va a permitir crecer y aprender con más dignidad. Aceptar que la vejez llega como llega la niñez, la adolescencia y la madurez y que es una etapa más que vivir, es aceptar también que podemos proyectarnos en el tiempo y pensarnos como los posibles viejos que vamos a ser, sin abandonar, por esto, los sueños y los deseos de tener una buena calidad de vida. Los medios de comunicación y la cultura en general deben aportar información para evitar que las personas mayores se marginen, se frustren, sintiéndose despreciados, discriminados como si fuesen descartables, es decir, que ellos no sirven para nada. En cambio, los medios, con su poder de transmisión de ejemplos pueden decirnos y permitirnos que ellos, los viejos nos nutran con sus experiencias de vida y que nosotros les podamos transmitir nuestras vivencias y emociones .Es importante tener, como dice PICHON RIVIERE "una adaptación activa a la realidad, que nos permita desterrar conceptos que no contribuyen, e incorporar en cambio ideas y formas solidarias de convivencia".
Es importante también destacar y valorar a todas las personas mayores que en un momento de la vida contribuyeron a esta sociedad con su trabajo, sus estudios, sus oficios ,etc., ya que fueron ellos los que nos dejaron la huella y el ejemplo de la lucha por la propia subsistencia. El hecho de haber quedado fuera del sistema productivo, o sea, que ya no pueden ni deben trabajar, no justifica aislarlos, y mucho menos desvalorizarlos desacreditarlos, y subestimarlos porque siguen produciendo cultura, siguen con la llama encendida de la vida aunque ésta se esté desvaneciendo por razones naturales. Por eso podemos decir que el pilar de esta sociedad y la parte más importante son nuestros ancianos.

GONZALO OJEDA 5*1*

La otra etapa, la vejez

Algunos de los antiguos escandinavos creían que correspondía quitarse la vida llegando a cierta edad avanzada, puesto que los ancianos no se sentían tan capaces como alguna vez lo fueron. Ésta es una manera de identificar la vejez como la etapa para no hacer “nada”, y para que los demás, especialmente los adolescentes, vean a los viejos como una “escoba que no barre más” .
Pobres de los ancianos que se sienten mal al ver cómo son marginados y condenados en la mirada de otros. Y lo que es peor aún, algunos llegan a pensar que tienen razón e imaginan cómo sería el mundo si no existieran ellos. Bajo este marco de discordia surge la pelea de la vejez versus la adolescencia.
De un lado están los ancianos que muchas veces reniegan de los “nuevos tiempos y sus nuevos actores”, al no comprender sus nuevas costumbres , que muchas veces los dejan de lado y es así como sus rostros se van entristeciendo y apagando poco a poco pues su sabiduría es menos preciada ante “el avance” .
Este avance está lleno de tecnología y nuevas formas de comunicarse, de forma que ya nada parece “ser lo que era antes”. Los adolescentes están siempre buscando experimentar nuevas cosas, y por ello no ven necesaria la experiencia de los ancianos, pues estos últimos no vivieron bajo la nueva tecnología.
Hay quienes creen que tanto la madurez como la adolescencia son etapas que hay que disfrutar y aprovechar, reflexionando en lo profundas que son estas etapas y que no serán vividas reiteradas veces. Lo más razonable sería alentar en el anciano el interés por su propia vida, entendiendo que aún pueden seguir brindándose a esta sociedad, también ayudándolos a poder superar sus emociones ante la indiferencia que suelen tener todos los días y promover su propio auto-reconocimiento por su sabiduría.
Por otra parte, se cree que los medios de comunicación sociales pueden jugar un papel provechoso para el anciano y que la política es protectora y paternalista al tratar de ayudar al hombre y la mujer entrados en años.
Por último tenemos que comprender que los ancianos están siempre dispuestos a ayudar, solo esperan que se les brinde un espacio para hacerlo, no tienen que ser los últimos en manifestarse. La descalificación de la vejez en nuestra sociedad puede verse revertida por completo si entendemos que todos seremos “viejos” alguna vez y que tendremos mucha experiencia para ofrecer a quien nos la pida. Así como los ancianos deberán entender, por su lado, que alguna vez fueron adolescentes y que sintieron mucho de lo que hoy sienten los jóvenes.

Quiroga María Belén 5to 1ra

La guerra de los cinco días

Luego de cargar en los hombros todas nuestras tareas y quehaceres de la escuela y el hogar, con el compromiso de ir cotidianamente a los fuertes y pesados entrenamientos, todo el mundo espera ansiosamente el viernes a la noche.
Las cosas se disuelven, cada uno de los compromisos se esfuman, lo único que nos mantiene vivos es el fin de semana que se acerca, y al llegar, es como si naciéramos de nuevo, y nos regalaran un nuevo espíritu lleno de goce y valentía. Tras cinco días de interminables guerras, llegar de pie al sábado no puede ser menos que un alivio.
Dejando atrás todas las reglas rutinarias, el alivio de tener por lo menos 48 horas de descanso es mejor que nada. Al acercarse el viernes, todo el mundo comienza a pensar sobre lo que van a hacer en las pocas horas que tienen, pero cuando llega el momento, se dan cuenta de que lo único que les queda por hacer es nada.
De la llegada de otros nuevos cinco días de guerra nadie se puede esconder, estés donde estés, en la casa de tu novio/a, tomando mate con tus amigos, bajo la sombra de los árboles, o simplemente escuchando música en tu habitación, la llegada de esta guerra ya está escrita.
Lo único que nos queda es la interminable lucha y, a la vez, la interminable desilusión de nunca poder escapar a la acechante experiencia del paso del tiempo. Así como dijo una vez Gustavo Cordera, integrante de la Bersuit: “si piensas que estoy derrotado, quiero que sepas que me la sigo jugando, porque el tiempo, el tiempo no para”.

Hugo Díaz Medrano 5to 1ra

Un corto de los chicos de la promo 2007

Este es uno de los productos del taller de cortos de este año en Idioma Nacional de sexto. Espero que les guste. Les cuento que se basó en un poema de Alejandra Pizarnik y el guión y la actuación y todo pertenece a Valentina Ovejero Arauz y a Carolina Cañazares.