miércoles, mayo 27, 2009

“El día más temido”

Aunque no lo creamos, se sigue notando en muchos de nosotros los adolescentes y adultos, la alegría que se siente al ver que va llegando el viernes a la noche. Esa alegría sin exageración, es correcta, moderada en su expresión pero profunda e inconfundible apenas se finaliza esa rutina de ir al colegio en los adolescentes, o cuando los adultos finalizan sus trabajos; y comienza verdaderamente el descanso, y así se percibe el suspiro del placer al llegar al agradable día del viernes. Tal vez no sea raro pensar en las ganas y la alegría de finalizar la semana del estudio, se siente un gran deseo encontrarse con nuestros amigos, con la familia, con esa paz que nos da orgullo para seguir viviendo. Hay gente que se conforma con pasar un tiempo, como un fin de semana, para descansar. Descansar quiere decir olvidar cosas, como las molestias que nos dejó la semana, la cual no pasa nunca, y eso a veces nos desespera.
Claro que también la felicidad del viernes a la noche se une con el descanso y la tranquilidad, con el ambiente festivo que tiene la noche del año nuevo, el cumpleaños de cada uno de nosotros, las horas antes a una fiesta, las cantidades de aniversarios y muchas otras celebraciones que, en forma individual, en pareja, o en grupo, nos marcan y afirman la identidad.
Entonces, aunque no lo veamos, tanto para nosotros los adolescentes, como para los adultos, el viernes a la noche es un momento indiscutible de ánimo muy importante para nosotros.
Con el viernes que se va, llega en suma la posibilidad de negar, por cuarenta y ocho horas, y aunque sea a medias, nuestro difícil estado de ser expulsados del paraíso, olvidado que el domingo a la tardecita se irá la ilusión de haberlo conseguido. Porque el domingo a la tarde, se lo quiera o no, se desmorona sobre nosotros la implacable sombra del lunes.
Todos nos preguntamos, ¿por qué no tenemos todos los días ese viernes a la noche?
Y a medida que se expande la sombra del lunes, se derriba en nosotros, como una torre de sueños, el mencionado entusiasmo del viernes por la noche, y el último descanso del fin de semana se evapora lentamente con el domingo, que es considerado un día festivo o feriado para la mayoría de los países del mundo y es parte del fin de semana.
El lunes para mí es un día más del calendario, pero muchas veces considero que no, ya que es un día pesado en todo sentido (tareas, colegio, etcétera). Para otros significa simplemente empezar de nuevo la rutina; para otros es el día de regresar a la “vida sana”, empezar una dieta y para muchos otros y como para mí, es sinónimo de mal humor, una realidad que hará que todas las actividades que emprendan ese día sean malas o salgan mal.
En mi adolescencia, sucede que al llegar el lunes siempre me pongo triste o malhumorada, al saber que tengo que regresar a la rutina del colegio, hacer tareas y demás.
Los que la perspectiva del lunes acarrea, en el caso que aquí importa, es la evidencia de que no hemos podido escapar a la punzante experiencia del transcurso del tiempo; que si creímos escabullirnos de él fue para terminar encalladas, al final de lo sucedido, ante su imbatible astucia, que el respiro de esa ilusión ha terminado, que las horas dejan de estar a nuestra merced para volver a ponernos a disposición de ellas. Y esto pasa si aún el lunes no nos causa ningún tipo de problema.
Concluyendo a todo esto, digo que entre todos debemos buscar una solución para eliminar esta sombra que nos trae el lunes.



Aída Mesías 5° 1

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Un corto de los chicos de la promo 2007

Este es uno de los productos del taller de cortos de este año en Idioma Nacional de sexto. Espero que les guste. Les cuento que se basó en un poema de Alejandra Pizarnik y el guión y la actuación y todo pertenece a Valentina Ovejero Arauz y a Carolina Cañazares.