Por Rocío Jimenez
5to 1ra
El Encuentro
“cuando me desperté nunca creí lo que iba a pasar,
La única esperanza que tenía era
La familia de mi amigo: Rudy”
Liesel estaba a dos meses de cumplir años, detrás del mostrador del negocio del hermano del difunto Rudy, Alex, quien habría vuelto de la guerra y todos los hermanos de la familia Steiner, la ladrona del libros entró al fondo a buscar unas agujas, indispensable para la sastrería, en medio del desorden, escuchó una voz muy familiar, que preguntaba por su nombre, dejó el trabajo atrás y prestó mucha atención, salió desesperada y se encontró con Max, una persona la cual en algún tiempo se sentía muy identificada por los sucesos injustos que vivieron en un pasado no muy lejano. Se miraron y hasta que cayeron que eran las mismas personas que alguna vez vivieron en horror, corrieron esos pequeños metros y se abrazaron fuertemente, sus lágrimas cayeron libremente, y sus rodillas fueron esclavas del piso.
Axel quien presenciaba con orgullo ese hermoso momento, ofreció a Max quedarse unos días en su casa, no iba a tener todos los lujos, pero iba a vivir. Max acptó.
Esa misma tarde Liesel, cuando preparaba la cama para Max, charlaba con el nuevo integrante y le contaba lo siguiente:
“El relato de Max”
Pensé que estaba en el infierno,
Había personas de todas las edades,
La mayoría murieron.
Max se sentó en la cama, Liesel como siempre tan curiosa le preguntó todo lo que se le vino a la cabeza: ¿Por qué te fuiste?, ¿Dónde fuiste?, ¿Qué te hicieron?, ¿Cómo volviste?, ¿Qué son esas cicatrices?; después de un gran suspiro el exclamó que se había ido de la casa porque se sentía ya muy incómodo.- “Tenia necesidad de salir a fuera y volver a ver el mundo, aunque me asustara mas, me estaba volviendo loco. Fue una noche espantosa, Salí por la puerta principal, cuando todos dormían, después de que leíste con tu padre, hacia mucho frio y tenia mucha hambre, solo pude sacar un pedazo de pan duro que estaba sobre la mesa. La mañana siguiente, después de haber caminado como diez kilómetros, al norte, me senté en una plaza, que para mi desgracia era hitleriana, pero hasta ese entonces no lo sabia, las piernas no me daban más, ya estaba en otro pueblo, no recuerdo bien el nombre. De repente vi pasar un grupo de militares, en busca de sangre humana judía y negra, apenas los vi y me escondí detrás de un gran basurero, lleno de cosas extrañas, creí que había pasado desapercibido, pero cuando pensé que yo no estaban, saqué la cabeza para estar seguro y sentí una punta clavada en mi espalda, nada suave, me tiraron al piso, me pidieron documento, pero con el solo hecho de mirarme, mis rasgos revelaban mi verdadera identidad: soy un judío. Escuche tantas palabras extrañas, o hace mucho que no había hablado con nadie, la cosa era que me vendaron los ojos y me llevaron a un campo de concentración. Parecía el infierno, cada día veía gente nueva y extrañaba otra , vestíamos un camisón marrón que en realidad era blanco, pero había mucha suciedad; a veces comíamos y a veces no, alguna vez sospeche de estar comiendo carne humana, porque era mas duras y mas difícil de masticar, pero el hambre abundaba; nos bañábamos solo una vez cada tres o cuatro semanas con jabones muy extraños, parecían grasa; y las torturas eran parte de la vida cotidiana. Los días pasaban y yo seguía ahí, era insoportable, tenía tantas ganas de morir, pero la muerte ni siquiera se fijó en mí; los niños lloraban, y los gritos de desesperación no dejaban de sonar ni siquiera de noche, ahora veo que fui muy afortunado, y que la muerte no es la causa del receso de la vida, ella solo se lleva tu alma”.
Liesel exclamó: - ¿Cómo pudiste escapar? – no lo sé- dijo Max – solo pasó el tiempo, la guerra acabó y las puertas se abrieron sola, pero solo los mas despiertos pudimos salir, luego de unos obstáculos, las cerca, ladrillos y alambres de púa, se veía la carne viva colgando por todas partes pero las heridas de mi corazón, eran mucho mas grande de las que me había hecho al escapar. Cuando salí a una ruta, unos grupos de comunistas y anti hitleristas festejando con una marcha tranquila, pero con luto, les pedí ayuda y me dirigieron aquí, ya que les pregunte sobre este pueblo, no sabia donde estaba parado, cuando llegue encontré todo destruido, las cosas ya no eran iguales, muy pocas casas estaban en pie, la tuya no pertenecía a una de esas.
El recuerdo de Max
“A veces escuchaba conversaciones
desde el sótano
Y recordé lo de Rudy”
-y ¿Cómo llegaste aquí?- dijo Liesel. –una vez mientras comía el almuerza, escuché lo de Rudy, tu amigo, fui relacionando anécdotas, y le pregunté a una familia que recién se estaba asentando aquí por la familia Steiner, en realidad mal pronunciado y me dieron esta dirección, creí que no encontraría rastros de ti, porque te creía muerta pero por fin me paso algo bueno después de mucho tiempo: volverte a ver.
Desde la mirada de Liesel
“esa bomba me llevó
Todo lo que necesitaba y quería,
Creí que lo había perdido todo,
También te creí muerto”
Liesel, me incomoda un poco preguntarte esto, pero ¿Cómo fue que pasó eso de la bomba? Perdón , pero no tenia mucha información por donde yo estaba- exclamó Max muy preocupado y enrojecido, la ladrona de libros respondió: -parecía un día cualquiera, la esposa del alcalde me sugirió que dejara de robar libros, y que empiece a escribir uno, todos los días bajaba al sótano a escribirlo, una tarde las alarmas no sonaron, o mas bien sonaron demasiado tarde, la bomba cayo en medio del pueblo, y yo fui una de las pocas sobrevivientes, todos habían muerto, me refiero a todos cuando hablo de las personas que mas quiero- derramó una lágrima.
Max abrazó a la ladrona de libros y trató de consolarla.
Pasaron varios días, Liesel trabajaba sin cesar y Max buscaba trabajo, que en ese momento era muy difícil encontrar, mientras que también ayudaba en al sastrería.
La carta inesperada
“fue un 15 de abril,
Como cualquier nuevo día para morir,
Solamente que hoy había una nueva esperanza
Para vivir”
Después de desayunar, la familia empezó con el nuevo día, estaba un poco fresco pero había sol, las nubes volvieron a ser blancas.
Alrededor de las diez AM, en la casa de la familia Steiner se corrió el rumor de algo que quizá cambiaria la vida de los sobrevivientes mas preciados de Alemania.
Luego de unos días se confirmo que el rumor era cierto, una carta indecisa, que no sabia donde ir a parar, y que no encontraba a su dueño, tocó las puertas: era un señor vestido muy raramente, o quizá habría viajado demasiado, con el fin de entregar esa carta, y se ensucio demasiado; con su cara cansada con ojos caídos y arrugas en los labios secos; era mandado por el gobierno. Con un leve saludo pregunto por Max, cuando le confirmaron que el estaba de pasada por ahí, el sujeto exclamo con alivio:- ¡por fin!, estuve días buscándolo, no sabia donde encontrarlo, espero que esta carta le sirva de algo, hay varias personas que lo están buscando por todo el país, y la verdad que me siento afortunado por haberlo encontrado.
Max se quedó muy sorprendido, y, a fin de cuentas, hace rato que no recibía nada fuera de lo común, solo el hospedaje caluroso y bienvenido de la familia Steiner.
Se sentó, abrió la carta, terminó de leerla y no lo podía creer, puso la cara mas extraña que nunca había puesto, como si fuera que no supiera que hacer. Liesel sorprendida le preguntó que le había pasado, y el contestó: -Liesel, no se que hacer. La ladrona de libros estaba muy confundida, no entendía nada. Al pasar un rato, una pausa para volver a tierra, el explicó que la carta decía que el gobierno le otorgaba a todos los judíos sobrevivientes, que por cierto eran muy pocos, dos viajes a la Argentina para rehacer su vida, ya que Alemania no tenia los recursos necesarios para subsidiarlo no darle trabajo, estaba todo destruido, y Bs. As. Era una buena opción, ya que en ese momento este país estaba pasando por un proceso de industrialización, la cual se necesitaba mano de obra, y la educación era gratuita.
La decisión de la vida
“siento mucho tener que hacer esto,
Pero hay algo en mí que no me deja impedirlo,
Les agradezco mucho y de todo corazón todo lo que hicieron
Por nosotros, la verdad que ya son parte de mi.”
A Max y Liesel no les hubiera gustado dejar todo en el olvido, pero también tienen que empezar una vida nueva, es muy difícil despedirte de quien te acompañó en las buenas y malas, la memoria recalca todo lo que podemos ser y sentir, pero el pasado es pasado, y si bien nos ayudará en nuestro fututo, también es el destino quien nos guía para construir el camino, y esa carta es el destino.
Así fue como Liesel y Max tomaron un rumbo nuevo, donde la ladrona de libros tiene una corazonada muy grande, que la va a llevar a ver el ser mas apreciado que buscó durante años, pero que no podía nombrar, el ser que no volvió a ver nunca mas desde que entro a ese extraño lugar, desde que tenía ocho años.