(Escritura creativa a partir de la novela La ladrona de libros)
Por María Elena Lizárraga
5º 1ra
5º 1ra
Luego de que la ladrona tuvo entre sus manos y acarició aquel polvoriento libro negro que elle había escrito buscó en aquel bolsillo de anciana que tenía una cosa, la sacó y largó una carcajada.
- No creas que me olvidé de ti.
Por primera vez me sentí sorprendida por alguien también me tembló la mano y por momentos estuve a punto de derramar una lágrima cuando me di cuenta de que Liesel me había regalado un libro titulado “La vida de Liesel Meminger después del bombardeo”.
Paseamos un rato por aquellas avenidas de Sydney, luego la dejé en el lugar donde suelo depositar las almas con mayor fortaleza. Me disparé a un rincón porque deseaba leer el libro de la ladrona. Tenía impresa una dedicatoria para mí.
- Para la muerte más digna de Liesel.
Luego empecé a pasar hojas pero solo te contaré algunos aspectos que seguro quieres saber.
En 1948 Liesel dejó la ciudad de Himmelstrase para trasladarse a Argentina. La ladrona daba clases de lectura a los huérfanos de los hogares.
Una tarde lluviosa, en la ciudad de Buenos Aires, Liesel recibió una carta del hombre judío con plumas por cabello.
12 de Noviembre de 1956 Texas- Estados Unidos
Querida Liesel:
Como puedes leer, me encuentro en los Estados Unidos, no muy cerca pero tampoco lejos de donde tú estás. El día 17 iré hacia Argentina a visitarte y podremos hablar de nuestras vidas.
Liesel fue a buscar a Max que recién había llegado a la Argentina se sorprendió al ver que dos personas más estaban con el.
- ¿Cómo estás Max?
- Liesel, amiga mía. Ella es mi Abukara mi esposa es africana y el es Josué Luterstein, un amigo que conocí en el campo de concentración.
Te contaré lo importante. Liesel terminó sus días con Josué Luterstein, un hombre que en bondad te podría recordar a Hans, además amaba tanto la lectura como ella.
Vivieron 20 años más en Argentina y tuvieron tres hijos, luego viajaron a Sydney por razones de trabajo. Allí es donde lo busqué a él en 1983, su alma era liviana y estaba tranquila.
La ladrona vivió unos años más y cuando la busqué, además de dejarme sus dos libros me dejó marcada su sonrisa de satisfacción porque le di todo el tiempo del mundo antes de llevarla conmigo, lo que le permitió cumplir con sus metas.
2 comentarios:
Hola: dífícil de lograr eso de mantener el estilo narrativo nada menos que de la muerte...
Imaginar que todo sigue aún después de lo peor también requiere de esfuerzo.
Nos vemos.
Sergio
Me gustó mucho tu cuento. plantea un lindo final. Además me sorprende que puedas retomar tan bien el estilo narrativo del propio autor. Empiezo a darme cuenta que tenés mucho talento para escribir, o por lo menos lo hacés de una amnera que me gusta...
si por esas casualidades lees esto antes del jueves, no te olvides de terminar lo de lógica!
chau divina!
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